27 de Febrero de 2018
#HistoriaLaTierraDeLosMonstruos
Son las 6am y es hora de trabajar, otro día en que intentas llevar el pan a tu mesa. Como siempre debo alistar a mis hijos para ir a la escuela, pero antes de despedirlos escucho la pregunta de siempre ¿papi porque mi rostro es así? A lo cual solo puedo contestar “somos un pueblo especial en el mundo”, le doy mi bendición pero con la mirada inundada en temor.
7am y ya se escuchan avionetas, cada vez más cerca nuestros cultivos dejando glifosato a su paso ¡que Dios nos ampare! Que nos cubra de esta guerra química en la que nos han involucrado los libertadores del mundo. En cada ocasión hemos levantado nuestros cultivos de las sombras del veneno, nos negamos a sembrar de Monsanto y preferimos trabajar la tierra de nuestros viejos, con nuestras propias semillas para así alimentar a nuestra propia gente.
10am y mi casación es cada vez mayor, pero sabemos que nos observan, pues ellos tienen la esperanza de que abandonemos nuestra tierra y salgamos con apuro a la ciudad, que dejemos lo único que tenemos para que lo pueda ocupar un minero.
1pm y observo a mi alrededor con un nudo en la garganta, debo soportar que a causas de sus gases, mi gente ha mutado, que nuestros hijos se deformaron y nosotros nos enfermamos. A esta hora del día lo peor siempre es entender que a nadie fuera de este viejo pueblo le interesamos.
Somos víctimas de un conflicto ajeno, de un trato de erradicación de la hoja de coca que nunca conto con nuestro apoyo, somos lo que queda de una historia que no existe, de un relato que no se dice, de una verdad que no interesa...Somos la tierra de los monstruos, una tierra donde el cáncer suele comer en tu mesa.
Escrito por Jonathan Sti Sierra
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