1 de Enero de 2019
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En el marco de la exposición temporal Chocó: ríos de oro y de saberes, el Museo Colonial ofrece un taller de filigrana chocoana con el propósito de difundir este patrimonio inmaterial. La filigrana es una técnica caracterizada por el minucioso trabajo de los dos metales precios por antonomasia. En la filigrana, oro y plata se funden hasta crear hilos muy finos que se enlazan entre sí para dar forma a joyas de todo tipo, cuya diversidad de diseños se inspira en motivos de la naturaleza. Esta técnica se introdujo en el Nuevo Mundo gracias a los plateros andaluces, quienes aprendieron el oficio de los árabes asentados en la Península. En la Nueva Granada, se enriqueció con el conocimiento orfebre de las comunidades indígenas y de los africanos esclavizados. Este arte sobrevive actualmente debido al trabajo de artesanos nariñenses, chocoanos y momposinos que trabajan por su preservación.
En la primera sesión, los participantes aprenderán a fundir y preparar los materiales para crear un objeto en filigrana. En la segunda, se armará la joya para finalmente en la última sesión, soldarla y dejarla lista para lucir. El Museo aportará los materiales para este taller dirigido por el Néstor Ibargüen, joyero de Istmina (Chocó) con más de quince años de experiencia en realización de piezas en filigrana y otras técnicas orfebres chocoanas, saber que aprendió de su propia familia y que se ha conservado de generación en generación.
Los joyeros interesados deberán consignar $50 000 en la cuenta corriente No. 005-50093-9 del Banco Itaú, a nombre de la Fundación Arteria. Para formalizar la inscripción se debe escanear la consignación y enviarla con los datos personales a museocolonial@mincultura.gov.co hasta el 18 de enero del 2019. Si no se envía la información al correo electrónico en las fechas señaladas, la inscripción no será válida, el Museo no se hace responsable por devoluciones de dinero.
Lugar: Museo Colonial. Cra. 6 No. 9-77
Hora: de 3:00 p. m. a 5:00 p. m.
Cupo limitado
Santa Catalina de Bolonia
Gaspar de Figueroa (atribuido)
Óleo sobre madera
19 x 13 cm
Siglo XVII
Catalina de Bolonia (1413-1463) nació en Ferrara, Italia, en el seno de una de las familias más importantes de la corte de los Este: los Vigri. Por su cuna Catalina fue desde tierna edad dama de compañía de la princesa Margarita de Este. Alrededor del año de 1420 inició su vida monástica, cuando entró como novicia al convento dominico del Corpus Domini, en su ciudad natal. En 1453, se trasladó a la ciudad de Bolonia, donde fundó el convento clariano del Corpus Domini, del que fue abadesa hasta el año de su muerte. La santa fue reconocida como una de las grandes autoras franciscanas del Renacimiento. La mayor parte de su pensamiento está expuesto en Le Sette Armi Spirituali (Las siete armas espirituales) obra compuesta entre 1438 y 1456. Este texto, que servía como guía de estudio a las novicias italianas, resume las visiones místicas de la santa y, mediante una narración alegórica, explica cuáles son las armas necesarias para combatir los vicios que pueden aparecer en la vida de una monja.
Su hagiografía Lo Specchio di Illuminazione (El espejo de la iluminación), escrita por sor Illuminata Bembo, explica cómo la santa fue muy afecta a la figura de Cristo, pues según ella esta imagen y sus diferentes símbolos eran los únicos sujetos dignos de adoración, veneración y estudio. Esta razón explica por qué en algunas de sus representaciones destaca una cruz, que la santa de Bolonia sostiene como símbolo de devoción a Jesús.
Por lo general, las representaciones de esta santa la muestran con los hábitos franciscanos y la vestimenta de abadesa. En algunos casos, la monja italiana puede llevar en brazos al Niño Jesús, atributo que alude a la visión mística que tuvo Catalina en una Nochebuena, en la que la Virgen se le apareció y le entregó a su Hijo. En otros casos, se la representa acompañada de san José o con un fuego que sale de su pecho. En otras iconografías suyas, como en el caso de este óleo presente en el Museo Santa Clara, se la observa abrazando una cruz y acompañada por un ángel.
La presencia de la santa en el antiguo templo de las clarisas se debe a que su figura fue entendida como un modelo ejemplar para la rama femenina de la Orden franciscana al resumir en su figura los valores fundamentales de esta orden Es importante señalar que el proceso de beatificación de Catalina no se inició sino hasta el siglo XVII y continuó hasta la centuria siguiente, lo que ayuda a entender por qué su figura se extendió a lo largo de estos siglos en la América colonial.
Museo Colonial Retrato de dama
Anónimo
Óleo sobre tela
100 x 75 cm
Siglo XVII
El género del retrato cortesano tuvo su origen en la Europa del siglo XV y alcanzó gran desarrollo durante los siglos XVI y XVII. Este tipo de retratos se configuraron como un medio informativo en el que mediante la imagen y presencia de diversos símbolos se comunicaba el poder, riqueza, sabiduría, y otras cualidades del retratado. Esto llevó a una tensión entre el afán de representar al personaje tal como era, y su idealización.
Dependiendo del público y lugar que ocuparía la imagen, su mensaje asumiría características que lo hicieran claro, entendible; además, el retratado debía poder identificarse con facilidad. Para empezar, un elemento de gran importancia en este tipo de imágenes es el uso de ciertos formatos. La elección de un busto, perfil, tres cuartos o cuerpo entero transmite diferentes mensajes. Así, en las medallas se utilizaba el busto para crear una imagen conmemorativa, mientras que las imágenes de cuerpo entero eran utilizadas para representar la gloria y poder de los reyes.
La vestimenta también tenía gran importancia en estos retratos, pues indicaba en algunos casos el estamento al que se pertenecía o algún otro detalle determinante para entender la identidad del retratado. Un ejemplo de lo anterior se ve en la vestimenta de la figura retratada en este óleo del Museo Colonial, decorada en mangas y pecho con pequeñas perlas que forman entramados geométricos. Resalta en la indumentaria de esta dama la lechuguilla, cuello de color blanco que inicia en los hombros del vestido, y que da a entender que la mujer seguía la moda española, caracterizada desde el siglo XV, hasta muy entrado el siglo XVII, por el uso de esta prenda. Es necesario señalar que para los siglos XVI y XVII existieron una serie de legislaciones suntuarias en toda Europa que regulaban la manera de vestir de las personas según el escalafón que ocuparan en los estamentos sociales. Así, la ropa no era solo un elemento estético, sino uno cargado con un lenguaje político y social.
Otro ejemplo del uso del lenguaje simbólico dentro de este retrato es la presencia del perro en la parte inferior izquierda, que puede ser interpretado desde diferentes perspectivas. Por un lado, como símbolo de fidelidad o pureza, asociación constante que se hace con los perros de dimensiones pequeñas presentes en retratos femeninos; por otro, como símbolo alusivo a la nobleza, pues dependiendo de la raza a la que perteneciera el animal, este tenía un uso dentro de la corte. Por ejemplo, perros como los galgos estaban asociados a la caza como actividad cortesana.
Otro detalle de gran importancia dentro de los retratos cortesanos es la expresión facial. Para la cultura visual de estos siglos los rostros serenos y contenidos eran signo de espíritus tranquilos y racionales, es decir, de personas en control de sí mismas. Esta característica moral se asocia con las representaciones de cortesanos, pues ocupan los estamentos sociales más altos. Las descripciones anteriores nos permiten entender que la mujer representada pertenecía al mundo de la élite, pues su retrato de medio cuerpo es una forma para mostrar el poder económico y social que se ve complementado por la rica vestimenta suntuaria y el lenguaje gestual. Si bien podemos establecer algunos rasgos generales sobre el retrato, aún se continúa en la búsqueda de conocer la identidad de esta dama cortesana. Sabemos que la obra en cuestión ingresó a las colecciones del Museo Colonial en septiembre de 1961, mediante una compra hecha a la Librería Central con un valor de 1200 pesos colombianos de la época.
Información general Museo Colonial
Carrera 6 No. 9 - 77
(57 + 1) 341 6017
Bogotá D. C., Colombia
Museo Santa Clara
Carrera 8 No. 8 - 91
(57 + 1) 337 6762
Bogotá D. C., Colombia
Horario de visita:
Los lunes los museos cierran por mantenimiento.
De martes a viernes de 9:00 a. m. a 5:00 p. m. (Último ingreso 4:30 p. m.)
Sábados y domingos de 10:00 a. m. a 4:00 p.m. (Último ingreso 3:30 p. m.)
Boletería:
Adultos: $4.000 (COP)*
Estudiantes: $3.000 (COP)*
Niños: $2000 (COP)*
*Se donarán $1.000 de cada boleta a los servicios educativos y culturales de los Museos Colonial y Santa Clara.
La entrada será gratuita para estudiantes de colegios y universidades públicas presentando el carné vigente, personas en condición de discapacidad con un acompañante, ciudadanos colombianos menores de 5 años y mayores de 60 años, miembros de las fuerzas militares, colaboradores del Ministerio de Cultura con carné vigente, miembros del Consejo Internacional de Museos (ICOM) con carné vigente.
Todos los domingos la entrada es gratuita.
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